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miércoles, 21 de junio de 2017

Las represalias de la masacre de Munich del 72

La razón por la que el terrorismo no debe de combatirse con terrorismo


Las Olimpiadas de Munich conocieron uno de los momentos más trágicos de los míticos juegos. Del cinco al seis de septiembre de 1972, un total de ocho terroristas del grupo conocido como "Septiembre Negro" entraron en el recinto olímpico para tomar como rehenes a once atletas israelíes. Aunque la primera víctima se produjo antes de realizar sus exigencias, los palestinos demandaban la liberación de 234 presos palestinos en cárceles israelíes y de otros dos terroristas presos en Alemania. A pesar de que Golda Meir, jefa del gobierno israelí, rechazó cualquier tipo de negociación que condujera a la liberación de presos palestinos, envió oficiales para supervisar el rescate a manos de las autoridades alemanas. Sin embargo, dicha operación fue un total fracaso que se saldó con la muerte de los rehenes, cinco de los ocho terroristas y un policía alemán. Tras el atentado, Golda Meir autorizó el bombardeo de campos de refugiados palestinos en Siria y Líbano 

Golda Meir, jefa del gobierno israelí.

El fracaso del rescate, la decisión de continuar los juegos pese al atentado y la puesta en libertad de los tres terroristas supervivientes por las autoridades alemanas tras el secuestro de un avión de Lufthansa, en el que se pedía la liberación de los terroristas, llenaron de cólera al gobierno israelí. Este, decidió combatir el terrorismo con sus mismas armas: asesinatos, bombas e incursiones en los apartamentos de todo aquel que tuviera algo que ver con el atentado.  La operación recibió el nombre en hebreo " Miftza Zaam Hael" o en otras palabras: "Operación irá de Dios". Fue llevada a cabo por la unidad "Cesarea", cuyos actos pudieron observarse en distintos países de Europa y en Beirut.  La preocupación de Golda Meir era lanzar un mensaje a los terroristas en el que toda acción contra ciudadanos israelíes o en tierras israelíes obtendría unas consecuencias devastadoras para sus autores. Incluso los familiares de los objetivos recibían flores en las que se leía: "Ni perdonamos ni olvidamos" 

La primera persona en sufrir las consecuencias fue Abdel Wael Zwaiter, traductor de la embajada de Libia en Roma y representante del OLP (Organización para la Liberación de Palestina) en Italia. El 16 de  octubre del 72, un agente del Mossad le espera en el portal de su apartamento con una pistola Beretta y lo mata tras once disparos, igual al número de atletas que murieron en Munich.  El portavoz del OLP en Francia, el doctor Mahmoud Hamshari vivía con su esposa e hija en el país galo. Un agente del Mossad realizó una entrevista bajo la tapadera de un periodista, este acabó manipulando el auricular de su teléfono para que pocos días después, tras que su esposa e hija salgan de casa, reciba una llamada de los agentes que acabarían detonando el explosivo. A pesar de sobrevivir al ataque, acabó muriendo de sus heridas en el hospital. 

Tipo de pistola con la que se produce el primer asesinato.

Los problemas aparecieron cuando las represalias comienzaron a irse de las manos tras diferentes operaciones en las que acabaron con la vida de otros objetivos. Incluso un activista palestino fue empujado bajo un autobús en Londres o se envíaron cartas bomba contra palestinos que vivian en Copenhague, Argelia o Libia. Esto, junto a las otras operaciones, despertó la ira de parte del mundo árabe  que alegaban que algunas de las  víctimas de los agentes del Mossad no habían tenido nada que ver con Munich.  

El 24 de enero del 73, Hussein Al Bashir, representante de Al Fatah, fue asesinado tras colocar debajo de su colchón explosivos  por control remoto que fueron detonados tras acostarse en la cama, sin esperar que la potencia del C4 era mayor de lo que se pensaba  y se salda con más heridos que no tenían nada que ver con el objetivo. En Beirut, soldados israelíes desembarcaron en playas libanesas para ejecutar a Muhammad Yousseff Al-Najar, líder de operaciones del grupo "Septiembre Negro", junto a otros miembros del OLP, pero la operación terminó también con la vida de la mujer de Muhammad y de cuatro civiles. No obstante, el error más sonado  fue el cometido durante la operación para acabar con la vida de Ali Hassan Salameh, personaje directamente involucrado con el atentado de Munich.

Ali Hassan Salameh, Príncipe Rojo.

El apodado "Príncipe Rojo",  fue vigilado por los agentes durante días en la ciudad noruega de Lillehammer acompañado de una mujer noruega de cabello rubio, del mismo tipo con el que solía relacionarse el objetivo. Los agentes del Mossad  incluso lo identificaron con una foto del terrorista que llevaban con ellos mismos y sus gustos parecían encajar, por lo que el 21 de julio de 1973, dos comandos emboscaron al terrorista  en plena calle y acabaron con su vida. Sin embargo, no se trataba de la persona que estaban buscando, sino de un camarero de origen marroquí llamado Ahmed Bouchiki que estaba casado con una mujer noruega. 

Este error llevó a la cancelación de la "Operación ira de Dios" y el arresto de seis agentes del Mossad a manos de las autoridades noruegas, que acabaron siendo liberados por presiones. Sin embargo, pocos años después la Operación volvería a ponerse en marcha a manos del sucesor de Golda Meir, Menahem Begin. En esta ocasión, Ali Hassan Salameh, fue ejecutado en 1979 en Beirut mientras mantenía una "relación" con una agente del Mossad. 

A pesar de las distintas operaciones llevadas a cabo con mayor o menor éxito, las masacres y los conflictos siguen a la orden del día entre Israel y Palestina en el año de hoy, 2017. Algo que nos demuestra que si bien el terrorismo es muy difícil de combatir, no debe de combatirse con la misma moneda, sino con inteligencia y planes muy bien construidos. El ojo por ojo rara vez  soluciona algo e incluso puede acabar cobrándose la vida de más inocentes que de los que salvan como en el caso que se ha redactado aquí. 


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